jueves, 28 de agosto de 2008

Depresion economica de 1929




1929 está marcado en el calendario de la historia como el inicio de la c risis económica que sumió en la pobreza y la desesperación a millones de personas. La catástrofe financiera se inició en Estados Unidos, se expandió luego a Europa y terminó abarcando todo el mundo.
Para comprender las causas de este terremoto económico, es necesario retroceder algunos años. En el período que siguió a la Primera Guerra mundial fue necesario reparar los daños que había provocado el conflicto y en ello se ocuparon prácticamente todas las fuerzas de trabajo. En los inicios de la década de 1920 hubo gran prosperidad, por lo que la gente pensó que bonanza y paz eran dos términos que iban de la mano. Las fábricas aumentaron su producción y nuevas mercaderías se ofrecieron a las masas. La industria experimentó un auge que algunos han equiparado con una nueva fase de la Revolución Industrial.
Por otra parte, muchas personas tuvieron acceso a los productos ofrecidos gracias a un sistema de créditos. A nivel internacional, los créditos también jugaron un papel de gran importancia, ya que muchos de los proyectos de reconstrucción contaban con este tipo de financiamiento. El mismo pago de las indemnizaciones de guerra exigidas a Alemania, en virtud del Tratado de Versalles, era realizado gracias a una importante corriente de préstamos provenientes, sobre todo, de Estados Unidos y Gran Bretaña.
La corriente de créditos enviada desde Estados Unidos hacia Europa fue la causa principal del ambiente de prosperidad en el viejo continente. Pero la situación sólo podía mantenerse si los préstamos continuaban llegando. Estados Unidos era entonces el gran soporte del bienestar. Sin embargo, en el plano económico interno, la prosperidad que se vivía en ese país no poseía fundamentos muy sólidos. Todos querían enriquecerse y, cual más cual menos, especulaba en la bolsa de valores y el precio de las acciones alcanzó valores estratosféricos.
El 19 de octubre de ese mismo año los indicadores de cotizaciones de la Bolsa de Valores de Nueva York entraron en una actividad febril. Los precios de las acciones cayeron como una avalancha, creando pánico en el mundo de las finanzas. Los banqueros y hasta el propio Presidente trataron de restaurar la confianza del público, asegurando que la crisis terminaría. Pero la realidad fue otra, llegando a ser caótica. Muchos perdieron sumas enormes de dinero y la cesantía causó estragos. Se dice que la cifra de desempleados llegó a 16 millones en 1932.
Esta crisis repercutió en Europa y el resto del mundo. Estados Unidos ya no estaba en condiciones de seguir haciendo inversiones en el extranjero y el colapso se extendió rápidamente. La consecuencia inmediata fue la miseria de millones de personas, y el resultado último, que esta gente desesperada fue presa fácil de doctrinas totalitarias que les prometían recuperación material y empleo a corto plazo. Esta situación puede ayudar a comprender cómo cobraron vigor los nazis, en Alemania, con Adolfo Hitler a la cabeza.
Crac de 1929, caída del índice general de la Bolsa de Nueva York ocurrida en 1929. En 1927, tras un periodo de fuertes inversiones en el extranjero y con una economía creciente, los financieros estadounidenses que operaban en Wall Street se centraron en el mercado interior. A medida que compraban valores nacionales aumentaban los precios de las acciones y los títulos valores estadounidenses. Cuanto más compraban, mayor era la subida de los precios, lo que atraía a un mayor número de inversores. A mediados de 1929 nueve millones de estadounidenses (de una población de 122 millones) habían invertido sus ahorros en el mercado de valores. Muchos de estos inversionistas habían colocado todos sus ahorros en la Bolsa, animados por asesores económicos incompetentes o malintencionados. Se crearon nuevas empresas con fines especulativos y, debido a la fe ciega que se tenía en la capacidad del mercado para crear rendimientos espectaculares, sus acciones aumentaron de precio con rapidez. En marzo de 1929 Herbert Hoover fue nombrado presidente. Su antecesor, Calvin Coolidge afirmaba que el precio de las acciones era todavía muy bajo. Pero algunos empezaron a temer que, como todas las burbujas de jabón, también ésta tendría que explotar. El banco de la Reserva Federal estadounidense aumentó en un 1% el tipo de interés y aconsejó a sus bancos que no concediesen créditos para invertir en la Bolsa -consejo del que se retractó poco después debido a que uno de los directores de la Reserva tenía intereses en el mercado de valores.
Con el tiempo algunos profesionales financieros pensaron que tal vez fuera más rentable invertir en otros activos fuera de la Bolsa, por lo que empezaron a vender sus activos bursátiles. Se inició un fuerte movimiento vendedor. El 23 de octubre se vendieron seis millones de acciones, a precios cada vez menores. Al día siguiente, el denominado 'jueves negro', se vendió el doble. El lunes se vendieron nueve millones de acciones; el precio de éstas había caído en más de 14.000 millones de dólares en menos de una semana. En el 'martes negro' se colapsó la Bolsa; el precio de las acciones de las mayores empresas, como General Electric o Woolworth, también cayó. Ese día se vendieron más de 16 millones de acciones, con una pérdida de valor superior a los 10.000 millones de dólares. Lo ocurrido en Wall Street se reprodujo de una forma vertiginosa en las demás bolsas de Estados Unidos, desde Chicago hasta San Francisco.
Fue un triste final para un decenio marcado por el optimismo, el alto nivel de empleo y la prosperidad. Como es obvio, a partir de esta crisis desapareció la confianza en la banca, los banqueros, la Bolsa y los agentes financieros. Se generalizaron las dimisiones y las quiebras. El impago y la morosidad en las hipotecas se disparó. La clase media se redujo. Muchas personas quedaron sin trabajo; aumentó el desempleo en más de dos millones de personas en menos de seis meses. Aunque muchos analistas pensaron al principio que se trataba de un ajuste pasajero del mercado, el crack de Wall Street marcó el inicio de la Gran Depresión de la década de 1930, sentando las bases para la adopción del programa del New Deal por Franklin D. Roosevelt en 1933. Asimismo, este crack influyó de forma muy negativa en economías pujantes como la argentina, la mexicana o la brasileña.
Gran Depresión, crisis económica mundial iniciada en octubre de 1929, a causa del conocido como crac de 1929, y que se prolongó durante los primeros años de 1930, extendiéndose geográficamente desde Estados Unidos al resto del mundo capitalista. Durante la década de 1920, cuando los negocios prosperaban en Estados Unidos, la agricultura entraba en recesión. En lo que respecta a la situación europea, la hiperinflación se apoderó de la economía alemana, no pudiendo pagar las enormes reparaciones de guerra impuestas tras la I Guerra Mundial. En otros países los conflictos sociales iban en aumento.
Cuando los precios de las acciones se desmoronaron en Wall Street en 1929, los bancos estadounidenses empezaron a exigir el pago de los préstamos que habían concedido a otros países, al igual que a personas individuales que no podían devolverlos. Al mismo tiempo, aquellas personas que tenían depositado el dinero en los bancos perdieron la confianza y empezaron a retirarlo. Al no tener dinero para devolver los depósitos, muchos bancos empezaron a quebrar. La escasez de dinero implicaba que había menos dinero para invertir en las industrias y menos dinero para comprar productos agrícolas e industriales. En 1932 la mayor parte de los bancos de Estados Unidos habían tenido que cerrar.
La crisis provocó grandes tasas de desempleo y desocupación: catorce millones de personas en Estados Unidos, seis en Alemania y tres en el Reino Unido. En Australia la tasa de desempleo era incluso mayor que en Estados Unidos y el Reino Unido juntos. Se estima que la quinta parte de la población británica vivía por debajo del umbral de pobreza a mediados de la década de los años 30.
La elección para presidente de Franklin D. Roosevelt y el establecimiento del New Deal en 1932 permitió recuperar la confianza en Estados Unidos y marcó el principio del fin de la Depresión. Sin embargo, en Alemania, la desaparición de la financiación exterior, a principios de la década de 1930, y el consiguiente aumento de las dificultades económicas, dieron lugar a la aparición del nazismo y la llegada al poder de Adolf Hitler. En otros países, aparecieron grupos políticos de tendencia fascista o totalitaria que acabaron por triunfar amparados relativamente en la estela de la Gran Depresión.
En muchos países la Gran Depresión provocó un cambio en las actitudes políticas y en la actuación de los gobiernos a favor de medidas promotoras del estado del bienestar. Pero la Gran Depresión también creó las condiciones para que estallara la II Guerra Mundial.

New Deal (en inglés, 'Nuevo Reparto' o 'Nuevo Trato'), nombre que recibió la política económica y social aplicada en Estados Unidos por el presidente Franklin Delano Roosevelt a partir de 1933, y concretamente las medidas innovadoras adoptadas desde ese año hasta 1938 para contrarrestar los efectos de la Gran Depresión. Asimismo, ha sido denominado así el periodo de la historia estadounidense transcurrido durante los dos primeros mandatos presidenciales de Roosevelt, incluido parte del tercero, desde 1933 hasta que en 1941 el país entró a combatir en la II Guerra Mundial.

"La quiebra de la Bolsa en 1929."
Cuando la Bolsa de valores se hundió en 1929, los depositantes temieron que los bancos quebraran y se apresuraron a retirar sus fondos en efectivo, lo que llevó a la ruina a muchas entidades bancarias. Esta imagen muestra a un grupo de depositantes que rodea el Merchants Bank de Passaic (Nueva Jersey). Cuando comenzó a aplicarse el New Deal, se creó la Federal Deposit Insurance Corporation para garantizar los depósitos no superiores a 100.000 dólares y favorecer la estabilidad del sector bancario.

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